- 28 Feb 2017, 17:40
#38465
Bueno, bueno, bueno, pues aquí vuelvo a comentar mis andanzas, que son muchas.
Antes de escribir aquí, he leído los diarios de algunos de vosotros. En Munda conocí a Despegomelapego, pero solo fué un saludo rápido. No hubo tiempo para más.
Con Adán si que estuve todo el fin de semana liado. Me quedo con la frase que dijo en FB cuando regresó a sus tierras murcianas: 'Lo bueno de volver a casa, es que por fin vuelvo a beber agua'. Jajaja. Imaginaos como fué todo el fin de semana!!!
Estuvimos juntos muchos amigos del FB, pero de este foro no recuerdo a más. La verdad es que entro demasiado poco. Me siento en deuda con vosotros.
Pues bien, en Munda, a pesar de tener las piernas machacadas de esquiar, tardé 1:34 descalzo.... menos de 5' el kilómetro de media. Dos minutos menos que el año anterior. Me sentí muy bien subiendo, pero regular bajando. Llegamos casi juntos tres 'descalzos': Carlos Pacheco, Teodoro y yo. Nos encontramos muchas más piedras, o mucho más incómodas, que en anteriores ediciones.
Me dió un petardazo en el gemelo en el último kilómetro, que me hizo perder más de medio minuto, pero bueno. Lo de los tiempos, los busco, pero no deja de ser anecdótico al final. Es por llevar una referencia.
A partir de ahí, me dediqué a intentar recuperar ese gemelo y mis famosos aquiles, que también resultaron machacados.... y casi no lo consigo, porque el 19 de Febrero quería correr la maratón de Sevilla descalzo. Y me habían dicho que el asfalto era terrorífico.
Casi sin entrenar, ya que preferí ir fuera de forma, pero sin ningún dolor; me encontré justo antes de la salida con las sandalias en la mano, dudando si llevarlas a la espalda por lo que pudiera pasar. Nunca había corrido tanto tiempo descalzo, como en una maratón (los ironmanes no cuentan... solo hice uno descalzo, mucho rato andando y conocía el terreno), y mi única referencia era que Anita la Descalsa, se había tenido que retirar en el 35 con los pies destrozados. Pero el hecho de que otro chico, quería bajar de tres horas descalzo; fué la motivación que necesitaba para animarme a dejar las sandalias en la furgo y arriesgarlo todo.
Y así salí. Me hacía ilusión bajar de cuatro horas, por lo que fuí como un reloj, a 5:30 hasta el kilómetro 30. Estaba alucinado con lo bien que iba, a pesar de que el asfalto era muy malo. Pero en ese fatídico kilómetro, no me arreó el hombre del mazo, ni apareció ese muro del que tanto hablan....comenzó la parte del asfalto que parecía insalvable. Alfileres asesinos uniformes, que no dejaban espacios para salvar la pisada. O pasaba por ellos o me tenía que retirar. Iba buscando las rayas blancas, pero estaban igual de deterioradas y solo alguna pisada milagrosa no era un infierno. Y así avancé hasta el 36. Ahí entramos en la zona turística de Sevilla con baldosas maravillosas y caminos de tierra por parques super agradables. El ritmo había bajado un poco, pero tampoco demasiado. Lo peor llegó en el 40. Los dos últimos kilómetros eran 'lo peor' con diferencia. No se podía pisar, por esa alfombra de clavos afilados, e iba tan tenso y crispado, que me dió un calambre en la parte trasera del muslo.
Y me arrastré hasta la meta, pensando que los pies los tenía que tener destrozados. Cuando entré en el estadio de la cartuja, no podía pisar el tartán de la misma. Intenté llevar una postura un poco digna y entre en meta muy emocionado por haberlo logrado, en 4:05. Casi lo consigo.
Cuando pude doblarme, me miré los pies, y no os lo vais a creer, pero no tenían ni un rasguño, ni rozadura, ni ampolla, solo esa sensación de ardor y sensación de saturación, que nos da muchas veces y que nos impide pisar aunque sea un espejo. Los pies perfectos y en dos días como nuevos.
Luego me enteré, que el otro chico que yo no conocía, pero que lo iba a hacer descalzo también, se tuvo que retirar el pobre con los pies destrozados.
Supongo que el ritmo debe ser muy importante a la hora de los rozamientos, y yo iba mucho más despacio que él, que llevaba más tiempo corriendo descalzo que yo. Hablé con él y también me dijo que había estado las últimas seis semanas sin correr descalzo ni un día, para llevarlos en el mejor estado posible. Yo, por el contrario, lo poco que corría por mi gemelo, lo hacía descalzo por los peores asfaltos que tengo cerca. También debió influir algo este detalle.
Y aquí estoy ahora, recuperado de la maratón, pero con un lumbago terrible por montar en bici este viernes. Si es que salimos de una y caemos en otra.
A ver si me recupero, que este sábado 4, corro el 1er CROSS DESCALCISTA en Madrid.............. Si consigo enderezarme, claro.