- 18 Abr 2015, 03:17
#28806
La semana pasada iba entrenando descalzo por asfalto. Vivo en un barrio tranquilo, la mayor parte de las veces corro por la mitad de la calzada sin problemas para evitar los típicos chinos.
Escucho un vehículo que se va acercando a mi espalda de lejos y comienzo a apartarme a un lado. Era un vecino.
Se me acerca a mi vera, baja la ventanilla y me dice:
-¡Quillo, que pasa!. ahí vas ¿No?-
Respondo de forma persuasiva :sí, ahí voy, con completa normalidad.
-Pero vas descalzo, ¿no?- inquiere.
-¡¡Digo!!, respondo.
-¿Y eso? ¿Una promesa?, baticina.
-Síp, una promesa.
- ¿Pero que has prometido?
-Es que prometí que no lo podía contar.
... y ahí seguimos los dos nuestro camino particular riéndonos.
Escucho un vehículo que se va acercando a mi espalda de lejos y comienzo a apartarme a un lado. Era un vecino.
Se me acerca a mi vera, baja la ventanilla y me dice:
-¡Quillo, que pasa!. ahí vas ¿No?-
Respondo de forma persuasiva :sí, ahí voy, con completa normalidad.
-Pero vas descalzo, ¿no?- inquiere.
-¡¡Digo!!, respondo.
-¿Y eso? ¿Una promesa?, baticina.
-Síp, una promesa.
- ¿Pero que has prometido?
-Es que prometí que no lo podía contar.
... y ahí seguimos los dos nuestro camino particular riéndonos.